Quienes iniciaron el estudio de la gramática fueron los griegos, que lo hicieron desde una perspectiva filosófica y describieron la estructura de la lengua. Esta tradición pasó a los romanos, que tradujeron los términos gramaticales, tanto de las partes de la oración como de las categorías gramaticales; muchas denominaciones han llegado a nuestros días (como por ejemplo nominativo, singular, neutro). Pero ni los griegos ni los romanos supieron cómo estaban relacionadas las diversas lenguas. Esta aproximación surgió con la gramática comparativa, que fue el enfoque dominante en la lingüística del siglo XIX.
Al parecer, las primeras investigaciones gramaticales del mundo moderno han ido emparejadas con el afán por descifrar las inscripciones y textos antiguos. De ahí que la gramática estuviera ligada a las sociedades que poseían una extensa tradición de textos escritos. La primera gramática que se conoce es la Panini para el sánscrito, una lengua de la India. En ella se mostraba cómo se formaban las palabras y qué parte de las mismas era la que llevaba el significado. Los trabajos de Panini y de otros estudiosos indios sirvieron para interpretar los libros sagrados de los hindúes, que se escribieron en sánscrito. Otro pueblo que prestó gran atención a su lengua fueron los árabes, que en la edad media introdujeron en Occidente todo el saber de los filósofos griegos, olvidados hasta que ellos llegaron. Realizaron la traducción de las obras de la antigüedad a su lengua, y en función de su expansión geográfica estuvieron en contacto con otras lenguas desde la cuenca mediterránea hasta Persia en el extremo oriental. Gracias a la convivencia que tuvo lugar en la península Ibérica de las culturas árabe, hebrea y cristiana se desarrolla en Toledo la Escuela de Traductores, donde se copian y traducen importantes obras que así llegaron al conocimiento de Occidente. A lo largo del siglo X, los judíos completaron el inventario léxico del hebreo, conocido como el lexicón, término de origen griego, y asimismo llevaron a cabo lo que hoy se denominaría primer estudio filológico del Antiguo Testamento.
Al gramático griego Dionisio de Tracia se le debe el esfuerzo de elaborar su Arte de la Gramática, primera gramática de su lengua en términos modernos, difundida por los árabes y que ha servido de base a las gramáticas del griego, del latín y de otras lenguas europeas hasta bien entrado el renacimiento. Durante toda la edad media quienes en Europa se dedicaron al estudio conocían, además de sus propias lenguas y el latín, las de los pueblos vecinos con quienes estaban en contacto. Aprovechando esta circunstancia se plantearon de qué forma podía hacerse la comparación entre las lenguas. Con la llegada del renacimiento y su admiración por el mundo clásico se cae en la trampa de pensar que el ideal en los estudios gramaticales consiste en describir cualquier lengua conforme a la estructura que poseían el latín y el griego. Durante los siglos XVI y XVII, lo que se intentó fue determinar qué lengua era la más antigua, dado el conocimiento que de ellas se había adquirido durante la edad media y el renacimiento. Como tuvieron en cuenta su tradición cristiana y por tanto la Biblia, en muchos casos se llegó a la conclusión de que se trataba del hebreo. También se eligieron otras lenguas por circunstancias ajenas a lo lingüístico: ése fue el caso del holandés en el entorno centroeuropeo y muy relacionado con la reforma protestante y la expansión comercial. Durante el siglo XVIII se inician las comparaciones entre las lenguas, que culminan con la afirmación de que existe una única lengua, origen de cuantas se hablaban en Europa, Asia y Egipto —la que se llamará más tarde indoeuropeo—, hecho que afirmó el filósofo alemán Gottfried Wilhelm Leibniz.
En el siglo XIX los estudiosos desarrollaron un análisis sistemático sobre determinados aspectos de las lenguas, realizado con el modelo que supuso el sánscrito. La guía para elaborar las gramáticas de muchas lenguas europeas, la egipcia y algunas asiáticas, fue la gramática de Panini. A estos estudios ya situados en la comparación de las lenguas relacionadas utilizando la obra de Panini como guía se les denomina gramática indoeuropea, que es un método para comparar y relacionar las formas de la oración que poseen muchas lenguas.
No obstante, el enfoque renacentista que consiste en describir las lenguas bajo el modelo grecolatino tardó en desaparecer. No se inició la descripción gramatical de las lenguas dentro de sus propios modelos hasta principios del siglo XX. Bajo esta nueva perspectiva hay que colocar el Manual de las lenguas indígenas americanas (1911), obra del antropólogo Franz Boas y sus colaboradores, así como los trabajos del danés Otto Jespersen, dentro ya de la escuela estructuralista y descriptiva, que publicó Filosofía de la Gramática (1924). La obra de Boas ha sido la base en la que se han inspirado muchas gramáticas descriptivas estadounidenses. La de Jespersen ha sido la precursora de otros enfoques de la teoría lingüística, como por ejemplo la gramática generativa.
Boas desafío la metodología tradicional de la gramática al estudiar otras lenguas no indoeuropeas y que no tenían testimonios escritos, como las lenguas indias de Estados Unidos (véase Lenguas aborígenes de Estados Unidos y Canadá). Creía que la capacidad humana que es el lenguaje se organiza en la gramática de cada lengua concreta. Toda gramática descriptiva debería describir las relaciones que se establecen entre las palabras y las oraciones de una lengua, a partir del inventario del que disponen las personas en el lenguaje. Gracias al esfuerzo innovador del trabajo de Boas, la lingüística descriptiva se convirtió en la gramática dominante en Estados Unidos durante la primera mitad del siglo XX.
Jespersen, lo mismo que Boas, pensaba que las lenguas había que estudiarlas a partir de las manifestaciones orales de sus hablantes y no de los documentos escritos, porque como ha demostrado Bühler en su Filosofía del lenguaje, la lengua hablada y la escrita representan distintos niveles del lenguaje. Buscaba Jespersen los elementos comunes a todas las lenguas y los clasificó en su teoría de los tres rangos, para encontrar la estructura en la que se organizan, tanto en su forma presente (el conocido por estudio sincrónico) como en su forma a través de la historia (conocido por estudio diacrónico). El análisis descriptivo, representado en estos dos autores, desarrolla unos métodos precisos y científicos, y además consigue describir las unidades formales mínimas de cualquier lengua. Como aísla esas unidades y encuentra la estructura que las relaciona, se conoce por gramática estructuralista. Fue concebida en primer lugar por el lingüista suizo Ferdinand de Saussure, que distinguió entre la estructura general que poseen todas las lenguas, y que él denominó lengua (con el término francés langue), y las realizaciones concretas de esa estructura que hacen todas las personas cuando hablan, a lo que denominó habla, parole en palabras de Saussure. La lengua es el sistema que sostiene cualquier idioma concreto, esto es, lo que hablan y entienden los miembros de cualquier comunidad lingüística porque participan de la gramática de ese idioma. El habla es la realización concreta de la lengua, pero en sí misma no es lo que describe la gramática. La gramática estructural concibe cada lengua particular, ya sea el chino, el francés, el español, el swahili o el árabe, como un sistema que tiene varios niveles, cada uno con sus elementos propios —fonemas, morfemas, sintagmas y semantemas, esto es, los elementos mínimos de la fonética, la morfología, la sintaxis y la semántica— y que se interrelacionan en esa gran estructura. Así pues describe y estudia las relaciones que existen en todos los niveles del habla en cada lengua concreta. Y ello esté o no escrito, hablado o grabado en una cinta magnetofónica.
A mitad del siglo XX, Chomsky, que había recibido una formación estructuralista en la escuela de Bloomfield, buscaba la forma de analizar la sintaxis del inglés dentro de los principios estructurales. Su esfuerzo le condujo a concebir la gramática como la teoría de la estructura y no como la descripción de unas oraciones concretas. La entiende como un mecanismo que produce una determinada estructura, que no es sólo de una lengua determinada, sino que pertenece a la competencia, es decir la capacidad que tienen las personas para emitir y entender las oraciones que forman parte de su lengua o de cualquier otra. Su teoría, de carácter universal, está relacionada con las de los estudiosos de los siglos XVIII y XIX, quienes estaban buscando la raíz lógica de la gramática, para que fuera la clave que analizara el pensamiento. A esa escuela perteneció el filósofo británico John Stuart Mill, que ya en 1867 creía que las reglas gramaticales de una lengua eran la forma que correspondía al modo en que estaba organizado el pensamiento humano universal.
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