miércoles, 21 de noviembre de 2007

Teatro romántico

El teatro neoclásico no logró calar en los gustos de los españoles. A comienzos del siglo XIX seguían aplaudiéndose las obras del Siglo de Oro. Estas obras eran despreciadas por los neoclásicos por no sujetarse a la regla de las tres unidades (acción, lugar y tiempo) y mezclar lo cómico con lo dramático. Sin embargo aquellas obras atraían fuera de España, precisamente por no sujetarse al ideal que defendían los neoclásicos.
El Romanticismo triunfa en el teatro español con La conjuración de Venecia, de Francisco Martínez de la Rosa; El Trovador, de Antonio García Gutiérrez; Los amantes de Teruel, de Juan Eugenio Hartzenbusch; pero el año clave es 1835, cuando se estrena Don Álvaro o la fuerza del sino, del Duque de Rivas (1791-1865). Lo más cultivado es el drama. Todas las obras contienen elementos líricos, dramáticos y novelescos. Impera en el teatro la libertad en todos los aspectos:
Estructura: La regla de las tres unidades, impuesta en la Ilustración desaparece. Los dramas, por ejemplo, suelen tener cinco actos en verso, o en prosa y en verso mezclados, con métrica variada. Si en las obras neoclásicas las acotaciones escénicas no se aceptaban, esto no sucede durante el Romanticismo, pues las acotaciones son abundantes. El monólogo cobra nuevamente fuerza, por ser el mejor medio para expresar las luchas internas de los personajes.
Escenarios: La acción teatral gana dinamismo al utilizarse variedad de lugares en una misma representación. Los autores basan sus obras en lugares típicos del romanticismo, como cementerios, ruinas, paisajes solitarios, prisiones, etc. La naturaleza se muestra acorde con los sentimientos y estados de ánimo de los personajes.
Temática: El teatro romántico prefiere los temas legendarios, aventureros, caballerescos o histórico-nacionales, con el amor y la libertad como estandarte. Abundan las escenas nocturnas, los desafíos, personajes encubiertos y misteriosos, suicidios, muestras de gallardía o de cinismo. Los acontecimientos se suceden de forma vertiginosa. En cuanto al fondo de las obras, no aspira a aleccionar, como pretendían los neoclásicos en sus obras, sino a conmover.
Personajes: El número de personajes aumenta en las obras. El héroe masculino suele ser misterioso y valiente. La heroína es inocente y fiel, con una pasión intensa. Pero ambos están marcados por un destino fatal. La muerte es la liberación. Se da más importancia al dinamismo de las acciones que al análisis de la psicología de los personajes.
Ángel de Saavedra, duque de Rivas
Ángel de Saavedra, duque de RivasArtículo principal: Duque de Rivas
Ángel de Saavedra y Ramírez de Baquedano (Córdoba, 1791 † Madrid, 1865). Luchó contra la invasión francesa y, en política, actuó como progresista exaltado. Por ello fue condenado a muerte, aunque consiguió escapar.
En Malta conoció a un crítico inglés, que le hizo valorar el teatro clásico y lo convirtió al Romanticismo. Vivió en Francia durante su destierro, y regresó a España diez años más tarde, en 1834. Si, cuando salió de España, Ángel de Saavedra se consideraba como un neoclásico liberal, cuando regresó a España ya era romántico conservador.
Desempeñó importantes cargos públicos. Como la mayoría de los escritores de su época, comenzó adoptando la estética neoclásica en el género lírico (Poesías, 1874) y el género dramático (Lanuza, 1822). Su incorporación al Romanticismo fue progresiva y puede apreciarse en poemas como El desterrado. En Romances históricos hace plena su conversión.
La fama de Rivas se funda en Leyendas, pero sobre todo en Don Álvaro o la fuerza del sino, el cual se estrenó en el Teatro del Príncipe (actual Teatro Español) de Madrid en 1835, ante unos mil trescientos asistentes, que presenciaron el primer drama romántico español, con tantas novedades como la combinación de la prosa y el verso.
José Zorrilla
José ZorrillaArtículo principal: José Zorrilla
Nació en Valladolid, 1817 y murió en Madrid, en 1893. Inició su carrera literaria leyendo unos versos en el entierro de Larra, con los que ganó gran fama. Contrajo matrimonio con una viuda dieciséis años mayor que él, pero fracasó y, huyendo de ella, marcha a Francia y después a México en 1855, donde el emperador Maximiliano lo nombró director del Teatro Nacional. Al regresar a España en 1866 fue acogido con entusiasmo. Volvió a casarse y, con constantes penurias monetarias, no tuvo más remedio que malvender sus obras, como Don Juan Tenorio. Las Cortes le otorgaron una pensión en 1886.
Obra
La trayectoria literaria de Zorrilla es prolífica. Su poesía alcanza el cenit con Leyendas, que son pequeños dramas contados como narraciones en verso. Las más importantes de sus leyendas son Margarita la Tornera y A buen juez, mejor testigo.
Sin embargo, su reconocimiento se debe más a sus obras dramáticas. De sus dramas destacan El zapatero y el rey, sobre la muerte del rey don Pedro; Traidor, inconfeso y mártir, acerca del famoso pastelero de Madrigal, que se hizo pasar por don Sebastián, rey de Portugal; Don Juan Tenorio (1844), la más famosa de sus obras, se representa como una tradición en muchas ciudades de España a principios de noviembre. Trata el tema del célebre burlador de Sevilla, escrito antes por Tirso de Molina (siglo XVII) y por otros autores nacionales y extranjeros.
Otros Autores
Martínez de la RosaFrancisco Martínez de la Rosa, escritor de transición
Artículo principal: Francisco Martínez de la Rosa
Martínez de la Rosa (1787 † 1862), nació en Granada. Como político intervino fervientemente en las Cortes de Cádiz. Por sus ideales liberales, sufrió pena de prisión. Emigró a Francia y es nombrado jefe del Gobierno en 1833 al regresar a España. Su política de "justo medio" fracasó entre los extremismos de la izquierda y de la derecha. Sus contemporáneos le apodaron "Rosita la pastelera", aunque hubiese padecido cárcel, destierro y atentados en su lucha por la ansiada libertad.
Sus primeras obras están impregnadas de neoclasicismo, como La niña en casa y la madre en la máscara. Más tarde, al practicar el "justo medio", adoptando la nueva estética latente, escribió sus obras más importantes: Aben Humeya y La conjuración de Venecia.
Antonio García Gutiérrez
Artículo principal: Antonio García Gutiérrez
Nació en Chiclana, Cádiz, en 1813 y murió en Madrid, en 1884. De familia artesana, se dedicó a las letras y, escaso de recursos, se alistó en el ejército. En 1836 estrenó El trovador, obra que entusiasmó al público, pues le obligó a saludar desde el escenario, inaugurando en España una costumbre vigente en Francia. Gracias a sus éxitos pudo salir de la penuria económica con la que vivía. Al estallar la "Gloriosa", se unió a los revolucionarios, con un himno contra los Borbones que obtuvo una gran popularidad.
HartzenbuschJuan Eugenio Hartzenbusch
Artículo principal: Juan Eugenio Hartzenbusch
Nació y murió en Madrid (1806-1880). Hijo de un ebanista alemán y de madre andaluza, en principio se dedicó a la profesión paterna, más consagrado al teatro, obtuvo un rotundo éxito con su obra más famosa, Los amantes de Teruel (1837). Continuó publicando cuentos, poemas y artículos de costumbre.
Manuel Bretón de los Herreros
Artículo principal: Bretón de los Herreros
Nació en Quel, La Rioja, en 1796 y murió en Madrid, en 1873. Comenzó sus andanzas literarias muy joven, con obras como A la vejez viruelas, Muérete y verás y El pelo de la dehesa. Satirizó el Romanticismo, aunque algunos rasgos se filtran en algunas comedias, como Muérete y verás.