Contexto general
La literatura medieval española se caracteriza por ser un crisol en el que se desarrollaron temas profanos y religiosos en diversos géneros literarios con claras influencias de las ricas culturas judía e islámica, que florecieron en la península Ibérica en aquel periodo.
Los siglos XI y XII
Las obras más antiguas en lengua española son unas breves composiciones líricas de tema amoroso denominadas jarchas, composiciones escritas en lengua romance que datan de mediados del siglo XI y figuraban al final de las moaxajas o muwassahas, unos largos poemas escritos en árabe o hebreo en España. A continuación en el tiempo se sitúan los poemas épicos compuestos por los juglares, que los recitaban o cantaban en las plazas públicas o en los castillos. Los temas principales de estas epopeyas eran las luchas que enfrentaban a los caudillos de los diversos reinos cristianos de la península Ibérica contra los moros que habían conquistado la península a comienzos del siglo VIII, así como las rivalidades suscitadas entre los nobles castellanos y los de los otros reinos cristianos. La épica española reflejaba la influencia de la poesía germánica, árabe y sobre todo francesa, pero se distingue de sus modelos en que aborda los acontecimientos históricos de la época en lugar de temas antiguos o mitológicos. La elección de los temas manifestaba un gusto por la representación concreta de la realidad en el arte, que con el tiempo se convertiría en una característica de la literatura española. El ejemplo más antiguo que se conserva del arte de los juglares es el anónimo Cantar de mío Cid (c. 1140), que narra las fortunas y adversidades de Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid. Esta composición —verdadera obra maestra del arte narrativo que exalta las virtudes del coraje, la lealtad y la entereza— destaca por el realismo y la fuerza de sus personajes. La leyenda de los infantes de Lara, El cerco de Zamora y El poema de Fernán González son otros cantos épicos importantes.
Siglos XIII y XIV
En el siglo XIII los escritores cultos comenzaron a refundir las vidas de los santos, las leyendas moralizadoras y otros relatos antiguos —los cuales eran comunes en latín— en verso castellano. Esta actividad poética, conocida como mester de clerecía, se desarrolló primeramente en los monasterios, caracterizándose, a diferencia del mester de juglaría, por una estricta observancia de la métrica. El poeta más representativo del mester de clerecía es Gonzalo de Berceo, quien refundió las narraciones piadosas dándoles forma de poemas y confiriéndoles una frescura y fervor renovados.
Como resultado de la labor de Alfonso X el Sabio, Castilla fue uno de los primeros estados europeos en desarrollar una literatura en prosa. Una multitud de jurisconsultos, historiadores, traductores y especialistas en diversos campos del saber trabajaron bajo su supervisión en un formidable intento de recopilar todo el conocimiento de la época en la Escuela de traductores de Toledo. Recurrieron a fuentes islámicas, judías y cristianas, pues el reino de Castilla era en aquella época un punto de encuentro para las personas doctas de las tres culturas. Este trabajo en conjunto estimuló el flujo de la cultura oriental hacia el occidente europeo. La prosa castellana, que con Alfonso X se convirtió en un poderoso medio de expresión, alcanzó la madurez artística en la obra de Don Juan Manuel —sobrino de Alfonso—, quien escribió la colección de relatos didácticos El conde Lucanor (1335). Hacia 1305 apareció el primer libro de caballerías español de cierta longitud —El caballero Zifar—.
La poesía de Juan Ruiz, arcipreste de Hita, forma parte de lo más selecto de la literatura española. Sus ideales y recursos estilísticos eran en principio los de la edad media, pero supo expresar su individualidad de una manera que se asemeja más a los escritores renacentistas que a los medievales. Su Libro de Buen Amor es una colección de poesías escritas en forma de autobiografía satírica y contiene ejemplos de prácticamente todas las formas y temas poéticos de la edad media. Al igual que su contemporáneo Geoffrey Chaucer, Juan Ruiz contempla la vida con un aguzado sentido del humor, semejante a los textos de la literatura goliárdica.
Siglo XV
Durante el siglo XV la producción literaria española aumentó de un modo espectacular. Los poetas más destacados de este periodo son Íñigo López de Mendoza, marqués de Santillana, Juan de Mena y sobre todo Jorge Manrique, quien en las Coplas a la muerte de su padre dio expresión perfecta a la aceptación cristiana de la muerte. Las historias de los poemas épicos estaban reunidas en los romanceros, colecciones de romances que se cantaban con acompañamiento instrumental. Con las modificaciones introducidas por los juglares, el romancero adoptó su forma definitiva, ocupándose también de los acontecimientos de cada época.
Durante el siglo XV floreció la literatura satírica e histórica. Los Reyes Católicos promovieron el estudio de las humanidades. El humanista más destacado de la época fue el gramático y lexicógrafo Antonio de Nebrija, autor de la Gramática de la lengua castellana (1492). En este periodo cobró también forma definitiva la novela de caballerías española más famosa e imitada, el Amadís de Gaula (1508). A semejanza suya se publicaron muchas novelas de caballerías durante el siglo XVI.
La Celestina o Tragicomedia de Calisto y Melibea (1499), escrita por Fernando de Rojas, es otra de las obras más significativas de la literatura española; la más importante es, sin ninguna duda, Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes. La Celestina es una novela dialogada que combina elementos narrativos y teatrales. Las fuentes literarias de esta obra, que ejerció una influencia considerable en la literatura posterior, son latinas y medievales, pero expresan un concepto de la vida que difiere con radicalidad del espíritu religioso de la edad media. El argumento, que refleja de manera realista la vida del hampa en una ciudad imaginaria española durante el renacimiento, desarrolla la historia de dos nobles amantes, Calisto y Melibea, que requieren los servicios de una alcahueta, llamada Celestina, para favorecer su amor. Las vidas de estos tres personajes se entrelazan de tal manera que es la causa de su perdición. Nunca hasta entonces se había presentado la tragedia de la vida en la literatura española con tal profundidad psicológica y tanta maestría en el manejo de los medios de expresión. La madurez artística y el dominio de los registros estilísticos de Fernando de Rojas fueron un modelo valiosísimo para los escritores del siglo de oro español, que se inició poco después de la publicación de esta obra pionera.
miércoles, 21 de noviembre de 2007
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